Invitamos al paciente a que se siente en un cómodo sillón, y le ponemos unos electrodos en la cabeza mientras visualiza una película o un juego (son sensores que solo recogen información y la mandan a un ordenador, no emiten electricidad ninguna). El objetivo de nuestro entrenamiento es conseguir sacar la máxima funcionalidad al cerebro, y esto se hace a través del feedback, que consiste en atenuaciones de imágenes y sonidos, que aparecen en la medida que se vayan consiguiendo los objetivos y las tareas que el equipo informático nos propone. Así se aumentaría y reforzaría la capacidad del cerebro para que trabaje dentro de unos parámetros adecuados.